Tensiones que desafían límites: entre caos y orden, pasado y presente, emoción y racionalidad. Con textiles antiguos, hilos, pintura y una paleta cromática en rojo, negro y blanco, crea piezas cargadas de memoria e identidad. Cada nudo y cada trazo materializan emociones, permitiendo que lo emocional cobre cuerpo a través de texturas y volúmenes.
Sus piezas exploran el espacio entre lo bidimensional y lo tridimensional, mientras los materiales usados, con sus huellas del tiempo, aportan una narrativa viva. Su trabajo invita al espectador a un diálogo íntimo con lo físico y lo emocional, transformando la incertidumbre en descubrimiento.
“Isabel podría haber representado esa realidad pretérita a la antigua. Podría haber pintado a las mujeres de su familia y sus vecinas cosiendo, lavando, cocinando… en definitiva, realizando esas operaciones en gerundio. Pero ha preferido -y ha hecho bien, puesto que en ello radica la singularidad y el valor de su obra- evocar esas operaciones realizadas en el pasado a través de objetos que portan su huella profunda». Jose Javier Villalba